El virus del papiloma humano (VPH) es una de las más comunes infecciones de transmisión sexual a nivel mundial y además es responsable del 5% del cáncer en todo el mundo (aproximadamente 700 mil casos anuales). Infecta de forma activa unas células llamadas queratinocitos, que encuentran en la capa basal del epitelio de las superficies mucosas del tracto reproductivo, ano, cavidad oral, glándulas salivales, laringe, orofaringe y nasofaringe; este virus penetra a través de micro abrasiones que exponen las capas más profundas del epitelio.
Esta enfermedad es conocida como cáncer de células escamosas. La infección cursa típicamente asintomática y en pacientes jóvenes usualmente es suprimida por el sistema inmune dentro de los primeros dos años. Existen más de 450 tipos diferentes de VPH, sin embargo, 14 han sido documentados como de “alto riesgo”, debido a que la infección persistente con estos tipos está relacionadas a cáncer, siendo reconocidos como carcinógenos grupo 1 y grupo 2 (según el tipo) por la Organización Mundial de la Salud. La historia natural de la infección desde que un virus de alto riesgo entra al cuerpo y el desarrollo de un cáncer invasor se encuentra entre 10 a 20 años.
Los subtipos de “bajo riesgo” están relacionados a lesiones benignas como: papilomas, verrugas, condilomas, úlceras y otras alteraciones celulares en la piel y mucosas.
Clásicamente se ha descrito como el responsable de casi todo el cáncer de cérvix (cervical o cervicouterino), pero además es responsable de un 75% del cáncer de vagina, 69% del cáncer de vulva, 63% del cáncer de pene, 90% del cáncer de anal y 70% del cáncer de orofaringe. Los hombres tienen mayor incidencia de cáncer de orofaringe, pero las mujeres tienen más incidencia de cáncer de ano.
El cáncer de orofaringe
Se ha convertido en el sitio principal con mayor incidencia en el cáncer de cabeza y cuello relacionado al VPH, emergiendo como una epidemia, sobre todo en pacientes más jóvenes (mediana de 57 años), previamente sanos, sin historia de abuso de alcohol, con alto estatus socioeconómico y comportamiento sexual de alto riesgo (alto número de compañeros sexuales).
Diagnosticada a tiempo tiene un mejor pronóstico que el cáncer de orofaringe VPH negativo. Se ha observado un incremento del 26% desde el año 1975 al 2012. En contraste el cáncer de orofaringe VPH negativo se manifiesta en pacientes mayores y está asociado a tabaquismo y alcohol, además de presentar un peor pronóstico. Se ha encontrado que al coincidir tabaquismo y alcohol con VPH de alto riesgo puede haber sinergia para causar cáncer de cavidad oral, así como la mala higiene y disbiosis de la mucosa oral. El cáncer de orofaringe no causa síntomas hasta que ha crecido lo suficiente como para causar dolor dental, de oído o inflamación de los ganglios linfáticos del cuello.
El cáncer de cérvix
Presenta una progresión lenta, con oportunidad de una detección temprana y tratamiento en etapas precancerosas. Se diagnostica a través de la prueba de Papanicolaou (Pap), seguido de colposcopía y biopsia para confirmar el diagnóstico.
El cáncer de ano se presenta con mayor frecuencia en mujeres, siendo más común en mujeres positivas por el VIH, historia de verrugas genitales o cáncer de otra parte del tracto genital; con mayor incidencia en mujeres de edad avanzada.
El cáncer de vulva y vagina
Han cuadruplicado su incidencia en los últimos 50 años, compartiendo factores de riesgo con el cáncer de cérvix: la infección por VPH, inmunosupresión, tabaquismo y otras enfermedades del tracto anogenital.
La prevención primaria
Está enfocada en la vacunación, la prevención secundaria en tamizaje y tratamiento de lesiones precancerosas y la terciaria en el diagnóstico y tratamiento del cáncer invasor. Aún no existen estrategias óptimas de tamizaje para cáncer de orofaringe y ano. El tamizaje para el cáncer de cérvix se recomienda en mujeres asintomáticas con cérvix intacto empezando desde los 21 años, incluyendo citología (Pap), cotesting de VPH o primariamente prueba de VPH.
La vacunación está disponible desde el 2006 en Estados Unidos y actualmente es el método más efectivo de prevenir la infección. Actualmente hay seis vacunas de VPH aprobadas: tres bivalentes, dos cuadrivalentes y una nonavalente. Todas las vacunas son altamente eficaces en prevenir infección por los VPH de alto riesgo tipo 16 y 18 que juntos son responsables por aproximadamente 70% de los casos de cáncer de cérvix en el mundo.
Si se administra previo a la exposición al VPH, la vacuna nonavalente (GARDASIL-9) puede prevenir aproximadamente 92% del cáncer relacionado al virus, por lo que la recomendación más fuerte es para iniciar en niñas desde los 11 y niños desde los 12 años, e inclusive iniciar a los 9 años hasta los 26 años. Se recomienda un esquema de dos dosis si la primera dosis se recibe antes del cumpleaños número 15, esperando 6-12 meses para recibir la segunda dosis.
Un esquema de tres dosis es recomendado para aquellas personas que reciben la primera dosis a los 15 años o después y para ciertas personas con inmunosupresión. La segunda dosis debe darse 1-2 meses luego de la primera y la tercera dosis debe darse 6 meses luego de la primera dosis. Es importante destacar que la vacunación previene nuevas infecciones por VPH pero no trata infecciones existentes.
Algunos adultos se pueden beneficiar de vacunarse entre los 27 y 45 años, una decisión que debe ser discutida con tu médico especialista de cabecera, ya sea oncólogo o ginecólogo.
Dra. Olivia El Achtar
Cirugía General
Cirugía Oncológica