Por: Yahira Mendoza Adams
Médico Estético
La obesidad ha sido, durante décadas, un tema de debate en el ámbito de la salud pública. A menudo se la ha abordado desde una perspectiva moral, atribuyendo su causa a la falta de voluntad, el sedentarismo o una alimentación desequilibrada. Sin embargo, en los últimos años, la comunidad médica y científica ha comenzado a cuestionar esta narrativa, planteando una pregunta crucial: ¿es la obesidad una enfermedad que requiere tratamiento médico, incluyendo la medicación, o es simplemente una consecuencia de malos hábitos que pueden corregirse con fuerza de voluntad?
Este debate no es trivial. La obesidad es un problema global que afecta a más de 650 millones de adultos en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Además, está asociada con una serie de comorbilidades graves, como diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares, hipertensión y ciertos tipos de cáncer. A pesar de su prevalencia y sus consecuencias, el estigma que rodea a la obesidad sigue siendo un obstáculo para su tratamiento efectivo.

La obesidad como enfermedad crónica
En 2013, la Asociación Médica Americana (AMA) reconoció formalmente la obesidad como una enfermedad crónica. Este fue un paso importante, ya que implicó un cambio de paradigma en la forma en que se aborda esta condición. Tratar la obesidad como una enfermedad significa entender que no es solo el resultado de decisiones individuales, sino que involucra factores biológicos, genéticos, ambientales y psicológicos complejos.
Por ejemplo, estudios han demostrado que la regulación del apetito y el metabolismo están influenciados por hormonas como la leptina y la grelina, que pueden funcionar de manera anormal en personas con obesidad. Además, factores como el estrés crónico, la falta de sueño y la exposición a entornos obesogénicos (donde los alimentos ultraprocesados son más accesibles que los saludables) juegan un papel significativo.
El papel de la medicación en el tratamiento de la obesidad
Históricamente, el tratamiento de la obesidad se ha centrado en cambios en el estilo de vida, como la dieta y el ejercicio. Si bien estas intervenciones son fundamentales, no siempre son suficientes para lograr una pérdida de peso significativa y sostenida. Aquí es donde entra en juego la medicación.
En los últimos años, se han desarrollado fármacos que actúan sobre los mecanismos biológicos de la obesidad. Por ejemplo, medicamentos como la liraglutida y la semaglutida, originalmente diseñados para tratar la diabetes, han demostrado ser efectivos para la pérdida de peso. Estos fármacos funcionan imitando la acción de hormonas que regulan el apetito, ayudando a los pacientes a sentirse saciados con menos comida.
El estigma y la culpa: Barreras para el tratamiento
Uno de los mayores desafíos en el tratamiento de la obesidad es el estigma que la rodea. A menudo, las personas con obesidad son juzgadas como perezosas o carentes de autocontrol, lo que puede llevar a sentimientos de culpa y vergüenza. Este estigma no solo afecta la salud mental, sino que también puede disuadir a las personas de buscar ayuda médica.
Tratar la obesidad como una enfermedad podría ayudar a reducir este estigma, al enfatizar que no es simplemente una cuestión de elección personal. Sin embargo, también es importante que este enfoque no se normalice en exceso la condición, ignorando los factores sociales y ambientales que contribuyen a su prevalencia.
Un enfoque integral: Más allá de la medicación
Si bien la medicación puede ser una herramienta valiosa en el tratamiento de la obesidad, no debe verse como una solución mágica. Un enfoque integral debe incluir cambios en el estilo de vida, apoyo psicológico y, en algunos casos, intervenciones quirúrgicas como la cirugía bariátrica. Además, es crucial abordar los factores ambientales y sociales que contribuyen a la obesidad, como la falta de acceso a alimentos saludables y espacios seguros para la actividad física.
También es importante que los profesionales de la salud reciban capacitación para tratar la obesidad con empatía y sin juicios. Esto incluye entender que cada paciente es único y que lo que funciona para uno puede no funcionar para otro.
Conclusión: Hacia un nuevo paradigma
La pregunta de si la obesidad debe tratarse como una patología no tiene una respuesta simple. Sin embargo, lo que está claro es que necesitamos un enfoque más compasivo y basado en la evidencia para abordar esta condición
Es hora de dejar de culpar a las personas por su peso y comenzar a abordar la obesidad como lo que es: un problema de salud complejo que merece atención médica seria y respetuosa. Solo entonces podremos avanzar hacia soluciones efectivas y sostenibles para una de las mayores crisis de salud de nuestro tiempo.
Este artículo busca generar reflexión sobre un tema que afecta a millones de personas en el mundo. La obesidad no es solo un número en la balanza; es una condición que requiere comprensión, empatía y acción colectiva.