Todos hemos presenciado a un niño de dos años llorando porque no se quiere bañar, para que en unos minutos se encuentre llorando, porque ahora no quiere salir del baño. “Los terribles dos”, los “threenagers” y demás nombres intentan describir la vida de un niño de 2, 3 y 4 años.
La realidad, es que aunque las protestas y llantos aparentemente sin causa abundan en el día a día, esta es una de las edades en las que más fácil es conocer qué es lo que necesita el niño y a su vez él puede entender cuando razonas con él, en el momento y de la manera adecuada.
A continuación algunas de las situaciones más comunes a esta edad, con recomendaciones prácticas.
- Llegada de un nuevo hermano o hermana: cuando mi hijo tenía 12 meses estaba embarazada de mi segunda hija, por lo que tuve que prepararlo para la nueva integrante cuando el mayor todavía usaba pañales, tomaba leche y no hablaba.
Cosas que hicieron mucho la diferencia:
-Libros acerca del embarazo y del cuidado de los bebés para niños como “My New Baby” de Rachel Fuller o “I Am a Big Brother” de Caroline Jayne Church.
-Involucrarse en la preparación del cuarto:
-Cada vez que vean a un bebé aprovechar la oportunidad para hablar del tema con emoción.
-Usar muñecas o peluches para practicar como “cargar”, “dar leche” y tocar suave al bebé.
-No hacer cambios importantes como entrenar para ir al baño o pasar a cama en los últimos 3 meses del embarazo ni en los primeros 3 meses desde que nace el nuevo bebé.
-Cuando lleguen del hospital, que la mamá no tenga al bebé en brazos sino que los tenga disponibles para abrazar al hijo mayor.
-Que el bebé traiga un regalo para el hijo mayor.
-Que el hijo mayor le compre con anticipación y emoción un regalo al niño.
-No culpar al bebé, es decir, que el niño no interprete que no se puede realizar dada cosa por su culpa, sino explicar de manera diferente. Por ejemplo: no podemos ir al parque porque el bebé tiene que comer ahora no podemos ir al parque, pero después de que el bebé coma podemos ir a jugar.
¿En cuál juego te quieres subir?
-Pasar tiempo mamá-hijo mayor, de preferencia solos, al menos una vez al día.
-Si el mayor tiene alguna regresión en el sueño, hacer equipos en la madrugada. Por ejemplo: papá va con el mayor y mamá con el recién nacido. Estos equipos pueden variar dependiendo de la dinámica familiar.
- Asistencia a guarderías o escuelitas:
Al ir a unas cuatro horas: mantenerlo despierto de camino a casa, ofrecer almuerzo y luego la única siesta.
Si asiste más horas y hace siesta en guardería: si esta siesta la hace corta (un solo ciclo de sueño de 30-45 minutos), conviene compensar acostando un poco más temprano en la noche y dejando dormir más los fines de semana.
En ambos casos: procurar tener una buena comunicación con las maestras, para saber cómo proceder el resto del día. Los niños que van a escuelas o guarderías en poco tiempo se suelen adaptar muy bien. Debemos controlar lo que podemos controlar (como la rutina y estructura en casa) y soltar lo que debemos soltar (no estresarnos si el niño no duerme 2 horas en la guardería).
- Miedos: a partir de esta edad comienzan a ser más comunes los miedos a la oscuridad, monstruos, animales o cualquier cosa que les impresione tanto en películas, programas e incluso libros. Casi que todos los niños de esta edad en algún momento refieren miedo a algo. Lo importante es saber inquirir e identificar bien la causa del miedo, para poder aplicar algunas estrategias como: ofrecer una lámpara tenue roja, naranja o amarilla que se quede prendida en la noche, “spray para lo monstruos” utilizando un atomizador con agua, limitar el tiempo de pantallas a lo mínimo posible e incluso restringir ciertos tipos de programas. Para pesadillas recurrentes, funciona mucho cambiar la historia del final estando aún despiertos, antes de dormir, hacer una especie de “Plot twist”.
- Luchas de poder: Esta es una edad, si es que hay alguna en la que no, en la que es muy importante ser claros con los límites y reglas de la casa, y ser consistentes con ellos. Entre más rutina predecible, consecuencias claras y verdad a la hora de hablar haya, más fácil aprenderán y colaborarán. Algo muy práctico es hacer un cuadro con el orden de la rutina de noche, hasta que se lo aprendan. Algunas personas recomiendan también ofrecer premios tipo calcomanías en la mañana si el niño colaboró con lo que el cuidador le pidió en la noche, por ejemplo: si Juan duerme tranquilo en su cama hasta mañana se va a ganar una calcomanía de avión, y colocar una especie de calendario en el cuarto con las calcomanías que se va ganando por día. Esto sirve si piensan que los despertares son por luchas de poder en un niño que anteriormente dormía bien. Otra cosa recomdada son los relojes a los que les cambia el color de acuerdo a como uno los ajuste, así se le explica que cuando la lámpara/reloj está de color naranja debe quedarse en su cama y cuando se ponga azul, ya se puede levantar. Se pueden buscar en internet como “OK to wake Clock”.
- Rechazo a siesta: En algún momento de estos años el niño puede dejar su única siesta.
Algunos signos de esto son:
-Dificultad para conciliar el sueño en la siesta o al inicio de la noche
- Despertares en la madrugada donde aparenta no tener suficiente sueño
- Despertares tempranos (entre 4 y 6 am)
- Que a la hora en la que usualmente hacía la siesta no esté irritable o mostrando signos de sueño
- Que a las 4-5 pm no se quede dormido para compensar la falta de siesta unas horas atrás.
- Que muestre esos signos al menos 3 días por semana, por al menos 2 semanas, habiendo ya descartado otras causas de regresión de sueño.
Si el niño aún no presenta signos de que hay que dejar la siesta, es preferible extender las ventanas de sueño (si antes eran 5-6 horas despierto antes de la siesta y 4-5 horas despierto antes de la noche, se puede extender a ventanas de 6 a 7 horas, de ser necesario) y luego de que no se puedan extender más, porque la hora de dormir está quedando muy tarde, más de las 9 pm, se puede acortar la duración de la siesta gradualmente.
Al parecer estar listo, se puede hacer la transición a tiempo en silencio o “quiet time” donde se ofrece una hora de oscuridad, ruido blanco de manera opcional y libros o juguetes no estimulantes. Esto los ayuda a relajarse y a descansar para aguantar hasta la hora de dormir en la noche.
Es importante entender que esta edad conlleva retos no solo en el sueño sino en todas las esferas de la vida de los niños, pero con consistencia, tiempo de calidad y límites claros por el bien de ellos, se puede proveer un ambiente que promueva su desarrollo y crecimiento de la mejor manera posible, y se pueden disfrutar mejor estos años que después vamos a extrañar.