Dra. Heidi Saavedra Pérez
Médica Psiquiatra & Sexóloga
@drasexologapanama
La Educación Sexual en adolescentes es uno de los temas de debate que más exaltación provocan a nivel de colegios y planificación de programas nacionales. Las diferencias de opinión son enormes cuando se trata de dilucidar el material que debe ser utilizado, la extensión que debe tener, con qué frecuencia debe impartirse y a qué edad debe iniciarse. Incluso se ha llegado a cuestionar la necesidad de impartir educación sexual a esa edad, alegando que deben ser los padres los encargados de la misma.
Tomando en cuenta la gran cantidad de información que disponen los adolescentes en salud sexual y reproductiva, mediante las redes sociales, es de suma importancia que los adolescentes dispongan de datos oportunos en esta área.
La mayoría de los jóvenes iniciarán su vida sexual entre los trece y los diecinueve años: el 53% de los jóvenes de Groenlandia y el 38% de los daneses ya han mantenido relaciones sexuales a los 15 años (Werdelin, Misfeldt, Melbye & Olsen, 1992); al igual que el 69% de los suecos (Klanger, Tyden & Ruusuvaara, 1993). En los Estados Unidos de Norteamérica la media es de 15,95 (Zelnik & Shah, 1983) y en Suecia de 16,8 (Schwartz, 1993). La edad de iniciación se ha estimado en 17 años, por término medio, en Inglaterra (Wellings et al., 1995).
A los 18-19 años son sexualmente activos el 54,1% de los jóvenes de los Estados Unidos de Norteamérica, el 31% de los de la República Dominicana (Westhoff, McDermott & Holcomb, 1996), el 66,5% de los de Nueva Zelandia (Paul et al., 1995) y el 51,6% de los de Australia (Rodden, Crawford, Kippax & French, 1996).
Y si hemos leído bien hasta ahora, nos hemos podido percatar de que estas son estadísticas de hace casi diez años, por lo que la realidad es, que estas edades ya han disminuido.
Se ha observado que la utilización de anticonceptivos y la prevención de las ETS va a variar según la edad de la iniciación sexual. Vemos entonces que la utilización de preservativos (Kraft, Rise & Træen, 1990) y anticonceptivos (Faulkenberry, Vincent, James & Johnson, 1987; Mosher & Bachrach, 1987;Zelnik & Shah, 1983) es más probable cuanto más tardía la iniciación sexual, es decir, mientras más temprana sea la edad de inicio sexual, menos posibilidades de utilización de preservativos y anticonceptivos, con el consiguiente riesgo aumentado de embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual (ETS) (Rosenthal, Biro, Succop, Cohen & Stanberry, 1994).
El riesgo que suponen para los jóvenes las relaciones sexuales sin protección queda de manifiesto en las tasas desproporcionadamente elevadas de infección por ETS (Braverman & Strasburger, 1994; Maxwell, Bastani & Yan, 1995; Rosenthal & Reichler, 1994) y de embarazos no deseados.
El embarazo en adolescentes es un problema de salud pública persistente en el mundo, a pesar de los esfuerzos que se han venido haciendo durante más de 4 décadas. Actualmente, el 10% de los partos corresponde a menores de 19 años y la mortalidad materna es de 2 a 5 veces más alta en las mujeres adolescentes que en las de 20 a 29 años.
Se ha constatado que la educación sobre esas cuestiones modifica el modelo de comportamiento y parece ser más eficaz si se imparte antes de la primera relación sexual, es decir, en la adolescencia o preadolescencia, siendo eficaz para reducir esas consecuencias no deseadas (National Committee on Health Education, 1978; Daures, Chaix-Durand, Maurin, Viala & Gremy, 1989; Nafsted, 1992; Vincent,Clearie & Schluchter, 1987)
De igual modo, durante la adolescencia y comienzos de la veintena, la frecuencia de cambio de pareja sexual es más elevada (Billy, Tanfer, Grady & Klepinger, 1993; Paul et al., 1995), lo que sigue aumentando el riesgo de lo anteriormente descrito.
La necesidad de proporcionar una educación estructurada en materia de salud sexual es a todas luces evidente.
En un estudio denominado Impacto de una estrategia educativa sobre salud sexual y reproductiva en adolescentes de una escuela secundaria, se determinó un incremento en el conocimiento sobre salud sexual y reproductiva en el grupo de adolescentes estudiados, posterior a la estrategia educativa. Este resultado es cercano al obtenido en el estudio de Idelfonso, que tuvo como objetivo determinar el efecto de la intervención educativa en el conocimiento sobre salud sexual y reproductiva antes e inmediatamente después y a los 30 días. En su estudio previo a dicha estrategia el conocimiento estuvo en un rango de 1.34 puntos, inmediatamente después de la intervención obtuvo un puntaje de 2.44 puntos y a 30 días de la intervención se obtuvo un rango promedio de 2.22 puntos, encontrándose que la intervención educativa tuvo un efecto positivo en el conocimiento sobre salud sexual y reproductiva.
Otro de los factores que influyen en el ejercicio de la sexualidad de los adolescentes son las creencias, pues muchos obtienen información de fuentes incorrectas basadas en mitos y creencias muchas veces erróneas. Por lo tanto, los adolescentes adoptan diferentes formas de conducta que pueden significar de riesgo y se relacionan con problemas sexuales y reproductivos, las cuales afectan directamente su desarrollo personal. Una educación adecuada sobre sexualidad en los adolescentes puede ayudar a promover su ejercicio responsable.
Es por ello que la educación juega un papel fundamental, porque constituye la base del conocimiento y permite el desarrollo de las destrezas que habitan, tanto al adolescente como al joven para tomar decisiones y ser responsables en materia de salud. Por tanto, se hace necesaria una educación sexual que ofrezca la posibilidad elegir patrones y comportamientos en correspondencia en su forma particular de intentar la sexualidad y determinar su manera de expresarla y sentirla de forma libre, lo que permite armonizar lo individual y lo social.
De acuerdo con un programa de consejería sobre sexualidad y prevención del embarazo en adolescentes, cuyo objetivo fue comprobar el efecto de un programa de consejería sobre sexualidad en la prevención del embarazo en adolescentes; se determinó que antes del programa de consejería, los adolescentes presentaron un conocimiento medio con un 63.2%, seguido 36.8% de bajo y alto 0%, en cuanto a actitud se obtuvo negativo en un 81.1%, indiferente en un 18.9%, y positiva 0% , después del programa de consejería se obtuvo un nivel de conocimiento medio con 73.7%, seguido 17.9% de alto y 8.4% bajo, en cuanto a actitud se obtuvo indiferente en un 62.1%, positiva en un 20%, y por última negativa 17.9%. Por lo tanto, el programa de consejería fue efectivo para la prevención de embarazo en adolescentes.
En un estudio denominado Efectividad del programa educativo “Adolescentes informados” en el nivel de conocimiento sobre infecciones de transmisión sexual y VIH-SIDA. Institución Educativa Fidel Olivas Escudero – Pomabamba, 2015, se aplicó un pretest, y post-test, concluyendo: que el nivel de Conocimiento sobre Infecciones de Trasmisión Sexual y VIH- SIDA en la Institución Educativa Fidel Olivas Escudero antes de la aplicación del programa educativo “Adolescentes informados”. Se observa que el 55.5% de los estudiantes tiene un conocimiento bajo, el 35.6% regular y el 8.9% alto. Después de aplicar el programa educativo, se tiene como resultados que el 71.1% de los estudiantes muestran un nivel de conocimiento alto, 28.9% o regular y ninguno presento conocimiento bajo. En la Efectividad significativa del Programa Educativo, al realizar el análisis de la prueba de hipótesis y comparar el antes y el después de aplicar el programa educativo es altamente significativa, pues se incrementa el puntaje del promedio del postest luego de aplicar el programa educativo.
Concluimos entonces, que la Educación Sexual en adolescentes es un componente fundamental de su desarrollo y puede tener un impacto duradero en su salud y bienestar sexual.
La Educación Sexual implica ofrecer información precisa y completa sobre temas relacionados con la sexualidad y las relaciones sexuales, desarrollando temas sobre biología, reproducción y, prevención de enfermedades, además de temas psicológicos, emocionales, sociales y éticos relacionados con la sexualidad humana. El objetivo de la Educación Sexual es empoderar a los adolescentes para que sean capaces de tomar decisiones informadas y saludables sobre su vida sexual y sus relaciones.
La Educación Sexual ofrece los siguientes beneficios en Adolescentes:
Reducción de embarazos no deseados: La educación sexual proporciona información sobre métodos anticonceptivos y planificación familiar, lo que reduce la incidencia de embarazos no planificados entre adolescentes.
Prevención de ETS: Los programas de educación sexual también incluyen información sobre enfermedades de transmisión sexual (ETS) y prácticas sexuales seguras, lo que disminuye la propagación de ETS entre esta población.
Fomento del consentimiento: La educación sexual promueve la importancia del consentimiento mutuo en las relaciones sexuales, lo que ayuda a prevenir situaciones de abuso sexual y violación.
Reducción del estigma y la vergüenza: Proporciona un espacio para discutir temas sexuales sin tabúes, lo que disminuye el estigma y la vergüenza asociados con la sexualidad.
Mejora de la comunicación: Facilita la comunicación abierta entre adolescentes y adultos, incluyendo a padres y profesionales de la salud, lo que fortalece las relaciones y la comprensión de las preocupaciones sexuales.
Promoción de la salud mental: La educación sexual aborda no solo la salud física, sino también la salud mental y emocional de los adolescentes. Al comprender mejor sus propias emociones y deseos, los adolescentes pueden experimentar una mayor satisfacción en sus relaciones y evitar situaciones potencialmente perjudiciales.
Empoderamiento y toma de decisiones informadas: La educación sexual capacita a los adolescentes para tomar decisiones informadas sobre su vida sexual. Les brinda la capacidad de establecer límites, buscar ayuda cuando sea necesario y tomar decisiones que estén alineadas con sus valores y objetivos personales.
En resumen, la educación sexual en adolescentes es fundamental para empoderar a los jóvenes, prevenir embarazos no deseados y ETS, y promover relaciones sexuales saludables y consensuadas. Proporciona los conocimientos y las habilidades necesarias para tomar decisiones informadas sobre su salud y bienestar sexual a lo largo de sus vidas.
Bibliografía:
Impacto de la educación en materia de salud sexual y VIH sobre el comportamiento
sexual de los jóvenes: actualización de un análisis. ONUSIDA 1997.
Renata Jacinto-Cárdenas1 & Ma. Laura Ruiz-Paloalto. Efectividad de los programas de educación sexual y reproductiva en los adolescentes