aPor: Mónica Naranjo Psicobioterapeuta- Hipnoterapeuta Clínica.
En las últimas tres ediciones, he hablado de las heridas de la infancia y su impacto en la vida adulta. Hasta ahora, he cubierto la traición y el rechazo, así como la generalidad de cómo se instalan dichas heridas en el niño, al igual que cómo se manifiestan durante la adultez. Es fácil confundir la herida del abandono con la de rechazo, y aunque muchas veces pueden coexistir, son y se manifiestan de manera diferente. El rechazo tiene que ver más con el ser y estar, y el abandono está relacionado con el hacer o tener. En la herida del rechazo “soy” o “no soy” y en la herida del abandono “hago” o me hacen”. La herida del abandono se instala en la temprana infancia, usualmente con el progenitor del sexo opuesto, cuando éste, se retira o retira la atención del niño. De esta forma se puede sentir rechazo del padre del mismo sexo y abandono del progenitor del sexo contrario. En la herida del abandono, el niño siente en su interior que el alimento emocional no es suficiente, es decir que lo que se le da, no alcanza para cubrir sus necesidades emocionales. Es importante aclarar que el sentir del niño, no necesariamente refleja el esfuerzo de sus padres, y aún así es válido, cómo es válido que cada pareja de progenitores hace lo mejor que pueden en la crianza de sus hijos.
La carencia afectiva y emocional, que siente el infante, hace que durante su desarrollo se cree una máscara de dependiente. En la adultez, el dependiente vive bajo el supuesto y la creencia interna de que no puede hacer las cosas por si mismo. En su anatomía los brazos suelen ser más largos, y tienden a presentar cierta incomodidad para ubicarlos cuando están de pie. Es posible, que su espalda sea curva como si la columna no pudiese soportar su peso del todo, y sus pechos, abdomen, hombros y estómago suelen “colgar”. Aunque no todas las personas dependientes van a mostrar todas las características morfológicas, tendrán una o algunas dependiendo del tamaño y la profundidad de la herida. Al igual que las personas con la herida de rechazo y abandono tienden a ser delgadas, la diferencia de postura suele ser la clave de la herida, la persona con herida de rechazo tiene la capacidad de pararse derecha mientras que la persona con la herida de abandono va a tender a jorobarse o inclinarse hacia adelante.
Cuando existe la herida de abandono, y predomina en la vida de la persona, su calidad de dependiente, suele convertirla en una víctima, e inconscientemente creará situaciones en su vida donde pueda victimizarse para de esta forma recibir ayuda, apoyo y atención. Es importante aclarar, que esto no se hace necesariamente de manera intencional o racional, es un comportamiento inconsciente que se ha instalado desde muy temprana edad.
Para un dependiente, el ser víctima y el crear dependencia no es realmente un problema, es una solución a sus problemas de atención y de necesidad afectiva. No obstante, mientras más entran en estado de víctima, la herida de abandono suele ahondar, y el problema real no se logra resolver. El adulto siempre busca o pide ayuda o consejos para resolver sus problemas, probablemente tiene una herida de abandono, y suele manifestar una tristeza profunda sin origen conocido. Son personas que temen a la autoridad y que suelen manifestar sentimientos de soledad, muchas veces alejándose, para evitar ser abandonados, pero ahondando la herida. La persona con herida de abandono, decide retirarse de un grupo para sentirse abandonada, no sólo en términos de parejas y amistades, sino de proyectos. En últimas terminan haciendo a otros, lo que no quieren que se les haga a ellos, por miedo a ser abandonados. Buscan independencia en lugar de autonomía, es decir que buscaran no tener ningún tipo de obligación en vez de tener la autonomía para hacer frente a las obligaciones que trae la vida.
El dependiente, en una relación hará todo para no ser abandonado, incluso ir en contra de sus principios o valores. El asma, las enfermedades pulmonares y de bronquios, los problemas adrenales, de páncreas, y digestivos, suelen darse en personas con la herida de abandono, también pueden presentar miopía y enfermedades raras o incurables.
Es importante aclarar, que, la herida de abandono se puede generar tanto en situaciones de negligencia por parte de los padres, como por la percepción del niño ante la atención que se le da a pesar de ser cuidado con la mejor disposición de sus progenitores. Quién actúa desde su máscara de dependiente, está viviendo desde su herida y en desconexión con su ser y su corazón, por esto, es indispensable, revisar y trabajar sobre la herida y los patrones de conducta que se han desarrollado a través de su máscara, con el fin de sanar y volverse adultos autónomos que puedan formar relaciones sanas y duraderas, tanto en el ámbito personal como profesional, pero sobre todo consigo mismas, ya que el abandonado tiende a abandonarse con tal de no ser abandonado.
Reconocer, entender, y la compasión ante uno y ante otros es el primer paso hacia la sanación de ésta y cualquiera de las heridas de infancia. Tener la capacidad de mirar el dolor y sostenerlo para poder sanar requiere valentía, y la mayoría de las veces acompañamiento por parte de alguien capacitado para contener y dar el espacio para sanar y resignificar.