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Entrevista Selecta

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Dra. Heidi Cecilia Saavedra Pérez, M.D, PhD.
Médica Psiquiatra. Sexóloga. Terapia de Pareja. Master y Doctorado en Epidemiología Clínica.
Hospital Pacífica Salud. Consultorio 322.

¿Qué te llevó a especializarte en psiquiatría, sexología y terapia de pareja, y cómo ha sido tu trayectoria hasta ahora?
La psiquiatría me atrajo por su enfoque holístico en el ser humano, permitiéndome comprender la mente y el comportamiento desde múltiples perspectivas. Es una de las ramas principales de la medicina y a medida que más avanza la investigación, nos vamos dando cuenta de la importancia de la salud mental y cómo su ausencia influye en tantas enfermedades. La sexología es una rama de la medicina que tenía ganas de estudiar desde hace muchos años. En Panamá son muy pocos los sexólogos y es una especialidad que se necesita mucho, ya que la sexualidad abarca desde que nacemos hasta que morimos. Somo seres sexuales, y a lo largo de la vida se van a presentar dudas, problemas, retos, cambios, en el área de nuestra sexualidad. Y decidí estudiar terapia de pareja mientras estudiaba sexología. Allí me di cuenta que era sumamente importante. No todas, pero sí algunas parejas, al llegar al consultorio, se observa que el problema no es sólo en el área sexual, sino también en la interacción de pareja. Ejemplo, puede haber una pobre comunicación que provoque resentimiento, lo que a su vez puede causar disminución del deseo, entonces la pareja acude por la falta de deseo, pero lo primero que debe mejorar es la comunicación y la sanación de los resentimientos, antes de poder iniciar la terapia sexual.

¿Cómo influye tu formación en epidemiología en tu práctica diaria como psiquiatra y sexóloga?
La epidemiología me proporciona una perspectiva poblacional que es crucial para entender patrones de comportamiento y la prevalencia de ciertas condiciones. Me permite abordar la salud mental y sexual desde un enfoque preventivo, basándome en datos y tendencias que guían mi práctica clínica y la promoción de salud. Además, me permite plantearme los problemas médicos desde una perspectiva más investigativa, de alguna forma ha ampliado mi mente y me ha llevado a observar todo desde diferentes ángulos. Muchas veces me veo pensando más como epidemióloga al momento que se me presenta un paciente. Por ejemplo, qué factores pueden estar influyendo en esta condición, cuales lo mantienen, el patrón de comportamiento, cuáles son las variables asociadas, etc. Desde mi punto de vista, ser epidemióloga y tener experiencia en la investigación ha enriquecido mi práctica clínica.

¿Qué diferencias observas en las dinámicas de pareja cuando se abordan desde una perspectiva psiquiátrica versus una perspectiva puramente sexológica?
Desde una perspectiva psiquiátrica, se exploran los aspectos emocionales y psicológicos subyacentes que pueden influir en la relación, como la depresión o la ansiedad. La perspectiva sexológica se centra más en la función y satisfacción sexual, lo que a veces puede ser un reflejo de problemas más profundos. Al combinar ambas, puedo abordar tanto la mente como el cuerpo, ofreciendo una solución más completa.

¿Cómo consideras que los problemas de salud mental influyen en la sexualidad de una persona, y viceversa?
La salud mental y la sexualidad están profundamente interrelacionadas. Los trastornos psiquiátricos, como la depresión o el trastorno de ansiedad, pueden tener un impacto significativo en la función sexual, mientras que las disfunciones sexuales pueden llevar a sentimientos de inseguridad y baja autoestima, exacerbando problemas de salud mental. Es fundamental abordar ambos aspectos para una recuperación integral.
En mi práctica, primero evalúo si la disfunción sexual es secundaria a un problema psiquiátrico. Luego, abordo ambos aspectos simultáneamente, utilizando tanto intervenciones farmacológicas como terapias psicosexuales.

¿Quiénes son candidatos para asistir a una consulta de sexología?
Todos somos candidatos. La sexología abarca temas muy amplios, desde educación sexual que se puede empezar a impartir desde temprana edad, por ejemplo, a los niños de 4 a 7 años les puedes enseñar las partes del cuerpo, cuáles pueden ser tocadas y cuáles no (pueden ser tocados en las manos, hombros; no absoluto en pecho, genitales, muslos), quiénes pueden tocarte y en qué circunstancias, saber pedir ayuda, etc. En adolescentes se amplían los temas, y se habla de ciclo menstrual, embarazo, enfermedades de transmisión sexual, métodos anticonceptivos, gestación.
La sexualidad va evolucionando con los años, una pareja sin hijos, una pareja que no puede tener hijos, los cambios en la sexualidad después de tener hijos, con hijos chicos, con hijos adolescentes, después de una infidelidad, la sexualidad en personas con enfermedades crónicas o con dolor, o con alguna discapacidad física, la sexualidad en la menopausia, la andropausia, en la vejez. Son infinitas las causas para acudir al sexólogo. Debemos también tomar en cuenta la sexualidad en la comunidad LGTBQ+, en personas con enfermedades mentales como el trastorno afectivo bipolar, los trastornos obsesivos compulsivos, etc.

¿Cómo cambia la sexualidad a lo largo de las diferentes etapas de la vida, y qué desafíos específicos enfrentas al trabajar con pacientes mayores en relación a su vida sexual?
La sexualidad evoluciona a lo largo de la vida, y cada etapa presenta sus propios desafíos y oportunidades. Con la edad, es común enfrentar cambios fisiológicos que pueden afectar la función sexual, como la menopausia en mujeres o la disminución de testosterona en hombres. Los desafíos con pacientes mayores incluyen abordar la disminución del deseo, la función eréctil y la intimidad en relaciones de larga duración. Mi enfoque es normalizar estos cambios, proporcionar soluciones adaptadas a sus necesidades y promover una sexualidad saludable en todas las etapas de la vida.
¿Cómo ha cambiado la sexualidad de los adolescentes en la actualidad en comparación con generaciones anteriores?
La sexualidad adolescente ha cambiado significativamente en los últimos años debido a la influencia de la tecnología y el acceso a la información en línea. Los adolescentes hoy en día están expuestos a contenidos sexuales desde edades más tempranas, lo que ha acelerado su curiosidad y exploración. Además, la comunicación digital y las redes sociales han modificado la forma en que interactúan y experimentan su sexualidad, aumentando tanto las oportunidades como los riesgos asociados. Sin embargo, a pesar de tener más información, muchos adolescentes todavía enfrentan desafíos para discernir qué es una sexualidad saludable y respetuosa.

¿Qué impacto tiene la tecnología y las redes sociales en la sexualidad de los adolescentes?
La tecnología y las redes sociales tienen un impacto profundo en la sexualidad de los adolescentes y de los adultos jóvenes, ya que facilitan la exposición a contenidos sexuales y la posibilidad de relaciones virtuales. Esto puede llevar a un desarrollo temprano de la sexualidad, pero también a riesgos como el sexting, el acoso en línea, y la presión para cumplir con expectativas irreales. Es crucial que reciban orientación sobre el uso seguro y responsable de la tecnología en relación con su sexualidad.

¿Cuáles son los principales desafíos en la salud sexual de los adolescentes hoy en día?
Los principales desafíos en la salud sexual de los adolescentes incluyen la falta de acceso a información precisa, el riesgo de infecciones de transmisión sexual (ITS) y el embarazo no planificado. ¿Sabías que del 18 al 20 % de nuestras adolescentes van a salir embarazadas?, eso es altísimo, y demuestra la pobre educación sexual que existe actualmente. También hay que mencionar la falta de habilidades para negociar el consentimiento y el uso de métodos anticonceptivos. A pesar de la abundante información disponible en línea, muchos adolescentes carecen de la educación adecuada para proteger su salud sexual. Es fundamental promover una educación sexual integral que aborde estos temas de manera clara y accesible.

¿Por qué es importante que los adolescentes reciban una educación sexual integral?
Nunca me voy a cansar de hablar sobre la importancia de la educación sexual. Esta es fundamental para equipar a los adolescentes con el conocimiento y las habilidades necesarias para tomar decisiones informadas sobre su salud sexual y emocional. Les permite entender su cuerpo, sus derechos, y la importancia del consentimiento, al tiempo que reduce los riesgos asociados con la actividad sexual, como las ITS y el embarazo no deseado. Además, una educación sexual bien estructurada puede contribuir a una mayor autoestima y a relaciones interpersonales más saludables.

¿Qué aspectos debe cubrir una educación sexual efectiva para adolescentes?
Una educación sexual efectiva debe cubrir una amplia gama de temas, incluyendo anatomía y fisiología, prevención de ITS, métodos anticonceptivos, consentimiento, relaciones saludables, y los aspectos emocionales de la sexualidad. También debe abordar el respeto mutuo y la comunicación, preparándolos para manejar situaciones complejas y tomar decisiones responsables sobre su vida sexual.

¿Cuáles son los principales desafíos en la implementación de programas de educación sexual en las escuelas?
Los desafíos en la implementación de programas de educación sexual en las escuelas incluyen la falta de consenso sobre los contenidos, las barreras culturales y religiosas, y la falta de formación adecuada de los educadores. Además, en algunos lugares, la educación sexual aún es vista como un tema tabú, lo que dificulta su integración en el currículo escolar. Es necesario un enfoque colaborativo que incluya a padres, educadores, y profesionales de la salud para superar estas barreras y garantizar que los adolescentes reciban una educación sexual de calidad.

¿Qué papel deben jugar los padres en la educación sexual de sus hijos adolescentes?
Los padres tienen un papel destacado en la educación sexual de sus hijos adolescentes. Deben ser una fuente de apoyo y orientación, creando un ambiente donde los adolescentes se sientan cómodos para hablar sobre temas sexuales sin temor al juicio o la reprimenda. Es importante que los padres se eduquen sobre estos temas para poder proporcionar información precisa y útil, y que apoyen los programas de educación sexual en las escuelas. Sin embargo, si los padres no han recibido educación sexual o no tienen una buena base sexual, ¿cómo van a educar? Todavía existen padres que llevan a sus hijos adolescentes a los prostíbulos para que se hagan hombres y madres que no quieren hablar de anticonceptivos con sus hijas, como si no hablar del tema fuera a evitar el inicio de actividad sexual.

¿Cómo influye la educación sexual en la salud mental de los adolescentes?
Una educación sexual integral puede tener un impacto positivo en la salud mental de los adolescentes al reducir la ansiedad y la confusión en torno a su desarrollo sexual. Les proporciona las herramientas necesarias para entender sus emociones, establecer límites saludables, y manejar la presión social relacionada con la sexualidad.

¿Cómo abordas las diferentes manifestaciones de la diversidad sexual en tu práctica, y qué importancia tiene para ti la educación sexual inclusiva?
Abordo la diversidad sexual con una perspectiva de respeto y afirmación, reconociendo que cada individuo tiene una identidad y expresión única. Es fundamental crear un espacio seguro donde todos se sientan validados. La educación sexual inclusiva es vital para reducir la estigmatización y promover la comprensión, tanto en el ámbito clínico como en la sociedad en general. Creo que educar a mis pacientes sobre la diversidad sexual ayuda a romper tabúes y facilita una vida sexual más plena y saludable. Me esfuerzo por crear un ambiente inclusivo y respetuoso, donde los pacientes LGBTQ+ se sientan seguros para discutir sus preocupaciones. Abordo sus necesidades de manera individualizada, reconociendo las particularidades de cada experiencia y ofreciendo un tratamiento que respete y afirme su identidad y orientación.

¿Podrías hablar sobre los desafíos específicos que enfrentan las personas de diferentes orientaciones sexuales en relación con la salud mental?
Las personas LGBTQ+ a menudo enfrentan discriminación, rechazo familiar y estigmatización, lo que puede llevar a un mayor riesgo de problemas de salud mental como la depresión y la ansiedad, e incluso el desarrollo de síntomas psicóticos. Además, el acceso a atención sanitaria que respete y afirme su identidad puede ser limitado, lo que complica el manejo de su salud mental y sexual. Muchos jóvenes LGTBQ+ son mal orientados o buscan información en las redes y acaban tomando hormonas sin control médico, lo que puede ocasionar serios problemas de salud física y mental.

¿Qué papel juegan las nuevas tecnologías (como aplicaciones de citas o terapia en línea) en las relaciones de pareja y en la salud sexual?
Las nuevas tecnologías han transformado la forma en que las personas se conectan y experimentan su sexualidad. Las aplicaciones de citas han cambiado la dinámica de cómo se forman las relaciones, facilitando conexiones rápidas, pero también presentando desafíos, como la superficialidad o la dependencia digital, que pueden generar expectativas poco realistas, ansiedad e incluso dependencia. La forma de comunicarnos ha cambiado y esto nos lleva a reinventarnos cada día. La terapia en línea se convirtió en una herramienta invaluable durante la pandemia, permitiendo que las personas accedan a apoyo psiquiátrico y sexológico desde la comodidad de sus hogares. Y es una modalidad que ha llegado para quedarse. En lo personal me parece maravilloso poder ser atendida por un especialista sin tener que salir de mi casa, sin enfrentarme al tráfico, a los gastos de estacionamientos, a las esperas en las salas. Un día de la semana lo dedico a la atención online y tengo pacientes del interior de país o panameños que viven en otros países y prefieren atenderse online.

¿Crees que las redes sociales están influyendo en la forma en que las parejas y los individuos perciben y experimentan la sexualidad?
Definitivamente. Las redes sociales pueden crear presiones y expectativas en torno a la imagen corporal y el rendimiento sexual, lo que a menudo lleva a inseguridades y comparaciones poco saludables. Además, tenemos un bombardeo de pobre información e incluso de deformación de los conocimientos. Actualmente todo el mundo sabe de todo y no hay un filtro ni una regulación para lo que las personas expresan. En estos momentos es importante tener criterio para poder decidir qué información es veraz y provechosa y cuál es dañina. En relación a mis temas, la psiquiatría y la sexología, hay mucha desinformación y muchas personas sin grado educativo o sin formación formal hablando sobre salud mental y sexualidad. Sin embargo, las redes sociales, bien utilizadas, pueden ser un espacio para la educación sexual y la discusión abierta sobre temas de salud sexual y relacional.

Desde tu perspectiva como epidemióloga, ¿qué estrategias consideras más efectivas para la promoción de la salud mental y sexual en la población?
La educación es clave, tanto la educación sexual como la educación en manejo de emociones. La promoción de la salud mental y sexual debe comenzar desde una edad temprana, con programas que enseñen sobre sexología, habilidades emocionales y relacionales. También es importante aumentar el acceso a servicios de salud mental y sexual, y desestigmatizar la búsqueda de ayuda. Las campañas de concientización pública también pueden ser efectivas para reducir la incidencia de problemas de salud mental y sexual. Se necesita mayor inversión en estos programas.

¿Qué recomendaciones darías a las personas para mantener una salud sexual y mental óptima a lo largo de su vida?
Priorizar la comunicación abierta en las relaciones, mantener un estilo de vida saludable, incluyendo ejercicio y una dieta balanceada, y buscar ayuda profesional cuando sea necesario. También es importante educarse continuamente sobre la salud sexual y mental, y no temer discutir estos temas con su pareja o con un profesional de confianza.

¿Cómo ves el futuro de la psiquiatría y la sexología, especialmente en un mundo post-pandemia?
Creo que veremos un enfoque más integrado en la salud mental y sexual, con un aumento en la telemedicina y el uso de tecnologías para el tratamiento. También espero que haya un mayor reconocimiento de la importancia de la salud mental en la salud sexual, y viceversa. La pandemia ha puesto de manifiesto la necesidad de un enfoque holístico en la salud, y creo que esto guiará el futuro de nuestras disciplinas.

¿Cuáles crees que serán los desafíos más importantes en tu campo en los próximos años?
Empezaría diciendo que uno de los grandes desafíos a los que se enfrenta mi especialidad en Panamá es la resistencia a establecer una educación formal en colegios y universidades. Otro desafío es el estigma de buscar ayuda para estos problemas que se presentan, tanto en el área de la psiquiatría como en el de la sexología. Los profesionales de la salud también deben empezar a ser más conscientes de estas necesidades y empezar a referir a sus pacientes para que haya un enfoque interdisciplinario en los tratamientos. Otro tema importante es luchar contra la desinformación en las redes y medios en temas de salud mental y sexología. Y por último diría que será crucial enfrentar las desigualdades en el acceso a la atención y asegurar que todos tengan acceso a servicios de salud mental y sexual.

El Rol de la Educación Sexual a lo largo de la vida y en la Prevención de Trastornos Mentales
Dra. Heidi Saavedra Pérez, M.D, PhD.
Médica Psiquiatra. Sexología. Terapia de Pareja. Epidemiología Clínica.

La sexualidad es un aspecto central de la experiencia humana, profundamente entrelazado con la identidad, las relaciones, y el bienestar general. A lo largo de la vida, la sexualidad no permanece estática, sino que evoluciona y cambia en respuesta a factores biológicos, psicológicos, y sociales, por lo tanto, la educación sexual es un componente esencial en el desarrollo integral de las personas, influyendo no solo en su salud física, sino también en su bienestar emocional y psicológico. Una educación sexual integral (ESI) y basada en la evidencia tiene el potencial de prevenir una amplia gama de trastornos psicológicos relacionados con la sexualidad, como la ansiedad, la depresión y la disfunción sexual.
La ESI abarca mucho más que la mera instrucción sobre la anatomía reproductiva y la prevención de infecciones de transmisión sexual (ITS). Incluye temas como el consentimiento, las relaciones saludables, y la gestión de las emociones en el contexto sexual. Este enfoque holístico es crucial para equipar a los individuos con los conocimientos y las habilidades necesarias para tomar decisiones informadas y saludables sobre su vida sexual.
Una educación sexual limitada o mal impartida puede llevar a la desinformación y la perpetuación de mitos, lo que a su vez puede contribuir al desarrollo de trastornos psicológicos. Por ejemplo, la falta de información sobre el consentimiento puede dejar a los jóvenes vulnerables a experiencias traumáticas que pueden desencadenar trastornos depresivos y ansiosos. Del mismo modo, la falta de comprensión sobre la diversidad sexual puede llevar a la internalización de prejuicios, contribuyendo a problemas de salud mental entre personas LGBTQ+.
La ansiedad es uno de los trastornos psicológicos más comunes, y la sexualidad puede ser una fuente significativa de estrés para muchas personas, especialmente durante la adolescencia y la adultez temprana.
La depresión es otro trastorno psicológico que puede estar estrechamente relacionado con la sexualidad, especialmente cuando está vinculada a experiencias negativas como el rechazo, la violencia sexual, o la falta de aceptación de la propia identidad sexual. Una buena educación sexual puede ayudar a mitigar estos riesgos al fomentar la autoestima, la autoaceptación, y las habilidades para establecer relaciones saludables.
Un informe publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2018 destacó la correlación entre la ESI y la reducción de los síntomas depresivos en adolescentes. El informe señalaba que los programas de educación sexual que incluían discusiones sobre la identidad de género y la orientación sexual, junto con un enfoque en la construcción de relaciones basadas en el respeto mutuo, estaban asociados con menores niveles de depresión entre los estudiantes (WHO, 2018).
Uno de los principales desafíos durante la adolescencia es la gestión de la confusión y la incertidumbre que pueden acompañar a los cambios físicos y hormonales. La presión de los pares, las expectativas sociales, y la exposición a la sexualidad a través de los medios de comunicación pueden contribuir a la ansiedad y la confusión en torno a la identidad sexual. Además, la falta de una educación sexual integral puede dejar a los adolescentes mal preparados para tomar decisiones informadas sobre su sexualidad, lo que aumenta el riesgo de embarazos no planificados, infecciones de transmisión sexual (ITS), y problemas de salud mental.
Los Países Bajos realizó un estudio donde la ESI es parte del currículo desde una edad temprana, y se encontró que los adolescentes reportaban niveles significativamente más bajos de ansiedad relacionada con la sexualidad en comparación con sus pares en países donde la educación sexual es limitada o inexistente (de Graaf et al., 2017). Este estudio sugiere que la educación sexual que aborda de manera abierta y positiva temas como la masturbación, la orientación sexual, y el consentimiento, puede reducir la ansiedad al normalizar estas experiencias y proporcionar información veraz.
A su vez, Graber et al. (2019) demostraron que los adolescentes que recibieron una ESI tenían una mejor comprensión de su identidad sexual y mostraban menos comportamientos sexuales de riesgo en comparación con aquellos que recibieron educación sexual limitada o ninguna. Una de las áreas más críticas de la educación sexual es la inclusión de temas relacionados con la diversidad sexual y de género.
Las personas LGBTQ+ son particularmente vulnerables a sufrir trastornos psicológicos debido a la discriminación, la violencia y la falta de aceptación social. La educación sexual que incluye y valida todas las orientaciones sexuales e identidades de género puede jugar un papel crucial en la prevención de estos problemas.
Un análisis realizado en Canadá (Taylor et al., 2020) encontró que los estudiantes LGBTQ+ que asistieron a escuelas con programas de educación sexual inclusivos reportaron niveles significativamente más bajos de depresión, ansiedad, y pensamientos suicidas en comparación con sus contrapartes en escuelas sin tales programas. Este estudio subraya la importancia de un enfoque inclusivo en la educación sexual, que no solo informa, sino que también protege la salud mental de los jóvenes LGBTQ+.
La ESI puede desempeñar un papel crucial en la reducción de esta ansiedad al proporcionar a los jóvenes un marco de referencia claro y preciso sobre lo que es normal y saludable en la sexualidad humana. Es fundamental que los adolescentes tengan acceso a recursos que promuevan una comprensión saludable de la sexualidad y que les enseñen habilidades para manejar las presiones y tomar decisiones informadas.
Durante la juventud y la adultez temprana, las personas suelen explorar su sexualidad de manera más activa y comienzan a establecer relaciones íntimas más estables. Esta etapa está marcada por una mayor autonomía y la oportunidad de formar relaciones basadas en el consentimiento mutuo y la intimidad emocional.
A pesar de la libertad que caracteriza esta etapa, también existen desafíos significativos. El establecimiento de relaciones saludables puede ser complicado por la falta de experiencia, la presión social, y la influencia de los medios de comunicación, que a menudo promueven expectativas poco realistas sobre la sexualidad y las relaciones. Además, la juventud es un período en el que pueden manifestarse problemas sexuales como la disfunción eréctil o la anorgasmia, que pueden estar relacionados con factores psicológicos o físicos.
Sandberg et al. (2021) descubrieron que los jóvenes adultos que reportaron problemas sexuales a menudo tenían dificultades para buscar ayuda debido al estigma asociado y la falta de información sobre recursos de apoyo disponibles.
La disfunción sexual, que incluye problemas como la dispareunia, la disfunción eréctil, y la falta de deseo sexual, puede tener profundas implicaciones en la salud mental de una persona. Estos problemas a menudo están ligados a la ansiedad, la depresión, y otros trastornos psicológicos, creando un ciclo vicioso que puede ser difícil de romper. La educación puede prevenir la disfunción sexual al proporcionar información precisa sobre el funcionamiento sexual y al promover actitudes saludables hacia la sexualidad.
Bigras et al. (2018) examinaron la relación entre la educación sexual recibida en la adolescencia y la prevalencia de disfunción sexual en la vida adulta. Los hallazgos indicaron que los adultos que habían recibido una educación sexual eran menos propensos a reportar disfunciones sexuales en comparación con aquellos que habían recibido poca o ninguna educación sexual. Esto sugiere que una educación sexual adecuada puede tener efectos protectores a largo plazo en la salud sexual y psicológica.
Esta etapa también es una oportunidad para que las personas establezcan patrones de comportamiento sexual saludables y desarrollen una comprensión madura de la sexualidad que les sirva a lo largo de la vida. Los sexólogos pueden ayudar a sus pacientes jóvenes a navegar estos desafíos al proporcionar orientación sobre la comunicación en las relaciones, el manejo de la ansiedad relacionada con el rendimiento sexual, y el acceso a recursos de salud sexual.
La adultez media es una etapa en la que muchas personas experimentan cambios significativos en su vida sexual debido a factores como el envejecimiento, el estrés relacionado con el trabajo y la familia, y los cambios hormonales, especialmente en mujeres que atraviesan la menopausia.
Uno de los desafíos más comunes es la disminución del deseo sexual, que puede estar influida por factores biológicos, psicológicos, y relacionales. La menopausia, en particular, comduce a una disminución en los niveles de estrógeno, lo que puede causar sequedad vaginal, dolor durante las relaciones sexuales, y una disminución del deseo sexual. En los hombres, los niveles de testosterona disminuyen, afectando el deseo y la función eréctil. Además, los cambios en la imagen corporal y el miedo a la pérdida de atractivo sexual pueden afectar la autoestima y la intimidad.
Un estudio realizado por Nappi et al. (2020) reveló que un porcentaje significativo de mujeres en la perimenopausia y posmenopausia experimentaban problemas sexuales, como la disminución del deseo y la dispareunia, y que estos problemas a menudo no se abordaban en la atención médica primaria. Otro estudio de Kingsberg et al. (2022) mostró que un alto porcentaje de mujeres posmenopáusicas reportan síntomas que afectan negativamente su vida sexual, pero también destacó que muchas no buscan tratamiento debido a la percepción de que estos síntomas son una parte inevitable del envejecimiento

Sin embargo, con la orientación adecuada, la adultez media también puede ser un momento de redescubrimiento sexual. Con los hijos fuera del hogar y una mayor estabilidad financiera, muchas parejas encuentran tiempo y espacio para explorar nuevas dimensiones de su vida sexual. Un médico sexólogo puede brindar orientación sobre terapias, reemplazo hormonal, y consejería que le permitan a estas parejas disfrutar su sexualidad.
La vejez trae consigo cambios físicos significativos que pueden afectar la vida sexual, pero también ofrece la oportunidad de mantener y disfrutar de la sexualidad de nuevas maneras. A medida que las personas envejecen, es natural que experimenten una disminución en la frecuencia de las relaciones sexuales, pero esto no significa que la sexualidad sea menos importante. Juegan un rol importante en el disfrute sexual, la intimidad de la pareja y la autoaceptación.
Los desafíos en la vejez a menudo están relacionados con la salud física y el acceso a la atención médica. Condiciones como la diabetes, las enfermedades cardíacas, y la artritis pueden afectar la función sexual. Además, la pérdida de una pareja puede llevar a sentimientos de soledad y depresión, que pueden afectar la vida sexual.
Un estudio de Lindau et al. (2019) encontró que, aunque muchas personas mayores siguen valorando su vida sexual, un alto porcentaje de ellas no discute problemas sexuales con sus médicos debido a la percepción de que estos problemas son una parte inevitable del envejecimiento.
A pesar de estos desafíos, la vejez también puede ser un momento de expresión sexual positiva y satisfacción. Con la disminución de las responsabilidades laborales y familiares, las personas mayores pueden tener más tiempo para enfocarse en el placer y la intimidad.
Los sexólogos tienen un papel crucial en apoyar a sus pacientes a lo largo de todas las etapas de la vida sexual. La educación, el asesoramiento, y el tratamiento deben ser adaptados a las necesidades específicas de cada etapa, y es esencial que los profesionales estén capacitados para abordar la sexualidad de manera abierta y sin prejuicios.
La educación es fundamental en cada etapa de la vida sexual. Los adolescentes necesitan información precisa sobre la sexualidad y la prevención de ITS, mientras que los adultos jóvenes pueden beneficiarse de orientación sobre relaciones y comunicación. En la adultez media, la educación sobre los cambios hormonales y las opciones de tratamiento puede empoderar a las personas para que mantengan una vida sexual satisfactoria. Para las personas mayores, la educación sobre los cambios físicos y las opciones de tratamiento puede ayudar a reducir la ansiedad y mejorar la calidad de vida sexual.
El tratamiento de los problemas sexuales debe ser personalizado y basado en una evaluación completa del paciente. Esto puede incluir terapia hormonal, medicamentos para la disfunción eréctil, o asesoramiento psicológico. Es esencial estar al tanto de las últimas investigaciones y tratamientos en sexología para ofrecer a los pacientes el mejor cuidado posible.
En muchos casos, un enfoque multidisciplinario es necesario para abordar los problemas sexuales de manera efectiva. Esto puede incluir la colaboración con ginecólogos, urólogos, endocrinólogos, cardiólogos, fisioterapeutas, nutriólogos. Un enfoque integral que aborde tanto los aspectos físicos como psicológicos de la sexualidad es clave para ayudar a los pacientes a mantener una vida sexual saludable en todas las etapas de la vida.

Bibliografía
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