Todas las culturas tienen su fiestas religiosas que están relacionadas a algún hecho o personaje central. Entre estas el Shab-e Yalda con que los iraníes celebran la llegada del invierno, Dong Zhi en China, la celebración del solsticio de invierno, el Día de Acción de Gracias en Estados Unidos, que se celebra el último jueves de noviembre en gratitud por las bendiciones recibidas, la Navidad para los pueblos de religión cristiana y para el pueblo judío el Hanukkak.
En esta ocasión te hablaremos de Hanukkah o Janucá, en que las luces son las protagonistas teniendo una duración de 8 días. Durante este tiempo cada noche se enciende una vela en un candelabro de nueve brazos.
Esta fiesta conmemora el triunfo de los macabeos sobre el Imperio seléucida , que prohibió practicar la fe judía.
Los macabeos que entraron al templo lo encontraron lleno de ídolos y vuelto ruinas. Dándose el momento de su re-inauguración al llegar la hora de encender las velas de menorá se percataron que solo había una sola vasija de aceite que no era la suficiente, pero, a pesar de esto encendieron las vasijas, y se dá el milagro, que duró por 8 días.
Desde aquel momento pasó a ser una costumbre en que se encienden de forma progresiva los nueve brazos llamados januquiá, que representan el hecho milagroso, el brazo auxiliar es denominado shamash, el custodio, donde va un cirio, que es el que enciende al resto.
La gastronomía del janucá tiene mucho significado, ya que son platos aceitosos. Entre estos están: hot cakes hechos con cebolla, huevo y aceite de oliva, el sufganiot, que son unas rosquillas de mermelada y el gelf, monedas de chocolate.
En esta fiesta se dan regalos, recitan bendiciones, hay mucha diversión e incluso se juega al trompo de los cuatro lados, que tienen las letras iniciales de la expresión “el gran milagro ocurrió aquí”.
Las fiestas, la fe y la tradición son elementos que hacen fuertes y dan identidad a los pueblos.