El alcohol es la bebida estimulante más consumida a nivel mundial. Está asociado con múltiples enfermedades como cáncer del tracto aerodigestivo superior (cavidad oral, faringe, laringe y esófago), así como colon, recto, hígado y mama femenina. Todos juntos contribuyeron a 6.3 millones de casos diagnosticados y 3.3 millones de muertes en el año 2020. Lastimosamente hay poco conocimiento en la población en general de la relación entre el alcohol y el riesgo de cáncer. En el año 1910 se reportó la primera relación entre el alcohol y el cáncer de esófago y en 1988 la Organización Mundial de la Salud clasificó el alcohol como carcinogénico grupo 1 (etanol y acetaldehído), siendo responsables del 5.5% de todo el cáncer a nivel mundial para el año 2021. Se ha observado que el consumo global de alcohol per cápita ha incrementado de 5.9 en el año 1990 a 6.5 para el año 2017, estimando que alcanzará 7.6 para el año 2030.
¿Cómo se produce el cáncer a consecuencia del alcohol?
El etanol induce cambios en el ADN, alteraciones en el metabolismo proteico y lipídico, así como a través del acetaldehído (metabolito del etanol), que induce estrés oxidativo y alteraciones en la regulación de hormonas como los estrógenos y andrógenos. El etanol también promueve el cáncer actuando indirectamente como un solvente para otros compuestos carcinogénicos que se encuentran en el tabaco. La cantidad de acetaldehído generado dependerá de una serie de enzimas presente en nuestros cuerpos, como, por ejemplo, en los asiáticos, una de estas enzimas tiene baja actividad, en consecuencia, hay un incremento el riesgo de cáncer relacionado al alcohol, ya que la oxidación del etanol a acetaldehído se lleva a cabo por una ruta alterna que lleva a la generación de mayor cantidad de radicales libres ocasionando daño al ADN. El alcohol además causa carcinogénesis promoviendo activación de genes que promueven el cáncer (oncogenes) y apagando genes que suprimen el cáncer (supresores tumorales).
Además de estos compuestos, el alcohol contiene formaldehído, acrilamidas, aflatoxinas, ochratoxina A, arsénico, plomo cadmio, etil carbamato, furano, safrole, N-nitrosodimetilaminas, benceno, entre otros. La contribución de estos compuestos al proceso cancerígeno puede ser de sinergia o independiente, siendo el etanol el principal componente oncogénico de las bebidas alcohólicas.
Las guías canadienses consideran “una bebida estándar” la dosis de 13.6 gramos de alcohol. En la Unión Europea, se considera consumo leve de alcohol una dosis menor a 10 gramos de alcohol por día, y esto ha sido asociado al menos a un tercio de todos los casos de cáncer inducido por alcohol. Siendo el etanol el compuesto con mayor potencial carcinogénico con una clara relación dosis-respuesta, dependiente de la exposición de por vida al alcohol, incluyendo episodios periódicos de alto consumo (tomador pesado ocasional). El mayor impacto en las muertes por cáncer relacionadas al alcohol se encontró en las personas entre los 30-34 años. Se ha demostrado además que el tomar aunque sea un poco de alcohol por día eleva el riesgo de cáncer de mama en mujeres.
¿Y qué hay del vino?
El vino es conocido por la amplia variedad de polifenoles, que tienen propiedades antioxidantes, sin embargo, numerosos estudios tanto en animales como humanos han demostrado que la biodisponibilidad de los polifenoles es baja y que su efecto puede contrarrestarse con los efectos deletéreos del etanol. Recordemos que el vino contiene etanol, y a su vez acetaldehído (presente en el vino y además formado a través del metabolismo endógeno del etanol). La concentración de acetaldehído es variable según el diferente tipo de vino y las condiciones de su proceso de fabricación, en su mayoría con niveles mayores del límite que pueden inducir mutaciones (4.4 mg/L). Por ejemplo, se han reportado concentraciones de acetaldehído en el vino blanco de 80 mg/L y en el vino rojo de 30 mg/L. Se encontró una relación directa entre el total de alcohol y la dosis de vino consumida y un mayor riesgo de cáncer de mama, por ejemplo, el consumo de 10 g de alcohol por día incrementó el riesgo en 10.5% y el consumo de igual cantidad de vino incrementó el riesgo en 8.9%.
Además, se ha encontrado que la flora microbiana de la mucosa de la cavidad oral metaboliza el etanol y lo convierte en acetaldehído, dañando el ADN y sobre expresando genes que promueven el desarrollo de lesiones premalignas o malignas.
De acuerdo con múltiples estudios, no hay una dosis “segura” de alcohol. El consumo de alcohol contribuye significativamente a la muerte, discapacidad y enfermedad a nivel mundial, incluyendo lesiones no intencionales y suicidios. Esto es prevenible, a través de información a la población además de estrategias que ayuden a restringir el acceso a las bebidas alcohólicas.
Dra. Olivia El Achtar
Cirugía General
Cirugía Oncológica