Por: Mgter. Lidia Luna – Psicóloga oncóloga
Estoy segura de que no hay persona en este mundo, que en algún momento de su
vida le haya pasado por la cabeza un “ya no puedo más” o un “no sirvo para nada”.
Este tipo de pensamientos automáticos y en muchas ocasiones irracionales, no
significan nada por sí solos. Tampoco indican que emocionalmente tenemos un
problema. Pueden ser el reflejo de un estado emocional temporal, influenciado por
una situación o coyuntura.
Ahora, cuando van unidos a la falta de autoestima, sin duda, pueden convertirse en
un impulsor de diferentes formas de depresión. Lo más difícil de estas situaciones
es aprender a identificar estos pensamientos, cuando pueden llevarnos a una
situación de depresión y cómo conseguir sustituirlos por otros pensamientos
positivos. Y es que el problema está en que algunos los aceptamos como válidos,
sin pararnos a analizar en el daño que pueden ocasionarnos.
Los pensamientos positivos: un arma de guerra
Ante la depresión o los pensamientos negativos, la mejor arma son los
pensamientos positivos. Quiero compartirles algunas recomendaciones sencillas
para contar con una buena actitud frente a situaciones difíciles. Y es que “Cuando
cambias la forma en que miras las cosas, las cosas que miras, también cambian”.
Apunta la idea: Cuando uno de estos pensamientos te venga a la cabeza, toma
lápiz y papel y anótalo, siempre cambiando la situación por otra en positivo. Este
ejercicio te ayudará a renovar o reemplazar esos pensamientos por otros más
realistas y sanos.
Muévete: La actividad física no sólo es para el cuerpo. Siempre ha sido una de las
mejores herramientas frente a la depresión. Activar la mente y el cerebro produce
sensaciones que nos llenarían de emoción, dejando a un lado las preocupaciones o
los pensamientos negativos.
Desarrolla tu autoestima: La autoestima se basa en una buena valoración de
nosotros mismos, de ser autocríticos y de tolerar nuestros defectos; por ello se
inculca, se siembra. Si conseguimos que la visión de nosotros mismos cambie,
nuestra referencia respecto al exterior también mejorará.
Amplía tu asertividad: La asertividad es la capacidad que tenemos para
defendernos de presiones o abusos, de una manera pacífica. Saber decir no, y
tomar nuestras propias decisiones, nos da una independencia con la que
ganaremos seguridad.
Aprender a buscar soluciones: Se trata de esa capacidad en la que aprendemos
a valorar de una forma correcta los pros y los contras de una situación; y a saber
reaccionar frente a ellos, sin esquivarlos y sin excusas.
Aumenta y fortalece tu inteligencia emocional: Tener una buena capacidad de
autocontrol frente a diferentes estados emocionales puede ayudarte y mucho a lo
largo de la vida. Saber reaccionar frente a las emociones, aunque sean negativas, te
ayudará a no sentirte desbordado en determinadas situaciones.
Afronta la situación: Huir de ciertas situaciones, puede evitarnos a corto plazo
cierta ansiedad; sin embargo, a largo plazo, perdernos muchas oportunidades que
se presentan en la vida.
Establece objetivos: Marcarse metas y objetivos, nos da ilusión y muchas veces
alegría. Refuerza nuestra autoestima y nos empuja a seguir luchando con ganas.
Relájate: Cuando nos relajamos nuestra actitud cambia por completo y dejamos de
tener pensamientos obsesivos o aprensivos.
Tómate tu tiempo: Realiza actividades que te produzcan tranquilidad. Lee un libro
en un parque, escucha música o da un paseo. Cualquier actividad es buena para
encontrar la paz que hay en uno mismo.
La clave del éxito es la perseverancia. Y aunque existan momentos difíciles que te
produzcan un esfuerzo o creas haberte estancado, no desistas. Cuando menos te lo
esperes, tu actitud habrá cambiado y te sentirás completamente renovado. Si
necesitas apoyo, para conseguirlo, pide ayuda. Aprender a pedir ayuda es también
un pensamiento positivo.
Un último consejo, ¡Vive feliz! Atesora momentos. ¡La vida es demasiado corta!